viernes, 19 de octubre de 2007

En la ciudad


Ana paseaba sola por la calle.
Era de noche.
Más de las 3 de la madrugada.

Por la calle no se veía un alma, y toda la claridad era debida a las farolas de gas, que dejaban ir una luz anaranjada sobre las desiertas aceras. Sus pasos suaves resonaban en la estrecha calleja.

No se veía un alma.

Y sin embargo Ana sabía que en la noche es donde acechan los más oscuros monstruos, los que solo pasean en nuestra imaginación. Y de repente empezó a escuchar sonidos, sonidos que no eran normales. Y su paso se aceleró, retumbando con fuerza contra las fachadas de las casas.

Y sin saber porqué su respiración se aceleró. Y casi empezó a correr.

Sus pasos la llevaron a cruzarse con un extraño. Quizás el hombre tan solo paseaba como ella, o quizás salia de su casa en ese momento. Quien sabe. Pero Ana se asustó, y caminó aún más aprisa, mirando por encima de su hombro para ver si aquel extraño la seguía.

Las llaves temblaban en la mano de Ana cuando abrió el portal de su edificio, y con un movimiento rápido entro dentro de la portería. Respiró tranquila por un momento y entró en su casa.

Por fin a salvo.

¿ Seguro?

Los peores monstruos son los que acechan en la oscuridad de nuestra propia noche, no en la oscuridad de la ciudad....

2 comentarios:

Sarg Bjornson dijo...

Jo, me ha gustado mucho :D

Elwood Barry dijo...

Je Je Je Que guapo, está muy bien! y es muy victoriano! XDXDXD