lunes, 26 de mayo de 2008

Life at night


Últimamente estoy en un periodo de cambios en mi vida. La verdad es que parece que se esté dando la vuelta a la tortilla en toda una serie de cosas, pero, aunque no me gusta desmerecer a ninguna de las otras ( sobretodo a una de ellas),hay una cosa que me ha dado la vuelta por completo.

Pues resulta que a partir del día 1 de Junio, servidora va a pasar a ser un animal nocturno. ¿ Que qué es eso? Sencillo, voy a ser una trabajadora de la noche. ¿Que suena mal? No, mal no, suena fatal! XDDD...

Pero dejadme que me explique antes de juzgar.

Resulta que después de cuatro años trabajando como pringada en mi empresa, por fin he conseguido acceder a una plaza! Así que a partir de ahora cobraré mis buenos dineros ( que espero que me den para en un futuro cercano buscarme un pisito en Barcelona, ergo estáis invitados a venir cuando esto suceda) y trabajaré de noches. Por una parte bien pero por otra...

En fin, que como se dice por ahí no hay mal que por bien no venga, y parece que últimamente están viniendo más bienes que males ( entre ellos la resurreción (alabado sea C'thulhu) de mi mp4).

viernes, 9 de mayo de 2008

Vida


La mañana era fría y gris. Las calles de Challenge estaban vacías. Quizás vacías no era la palabra adecuada. Muertas. Silenciosas.

La suciedad recorría las aceras impulsada por el suave viento matutino. Blanca se arrebujó dentro de su chaqueta de lana, deseando haber cogido algo más abrigado. Pero simplemente no lo había pensado al salir de casa aquella mañana.

Y la falta de gente por las calles hacía incluso más frío el ambiente.

Challenge no siempre había sido así. Hubo un tiempo en el que la pequeña ciudad era un centro rebosante de vida y alegría. La gente se apelotonaba en las plazas y en los cafés, charlando con sus amistades, o simplemente disfrutando de los rayos de sol matutinos que parecían caldear el ambiente.

Un día empezó a desaparecer gente. Al principio, sólo eran vagabundos y algunos drogadictos, esos a los que el padre de Blanca llamaba ganado. Claro está, nadie se preocupó por que una buena cantidad de esa chusma que infectaba las calles de la ciudad desapareciese.

Algún buen ciudadano “- pensaban algunos.
Qué alivio, ya no tendré que preocuparme al pasar por aquel callejón”- pensaba la señora Ratchett mientras daba su acostumbrado paseo matinal.

Por aquel entonces, Blanca había conocido a Dray. Un encuentro casual en un concierto. Bailes, gritos y cuerpos sudorosos pegados unos a los otros. Suficiente para sexo de una noche. Solo que por alguna extraña razón, Blanca no parecía tener suficiente con una noche. Aquel tipo la atraía más que el Beatha, la droga más de moda de la ciudad. La primera noche dio paso a otra, y esa a otra más. Cada anochecer salía de su casa y sin apenas darse cuenta, cogía directa el camino hacia la guarida de Dray. Otra noche de sexo salvaje.

Su padre puso el grito en el cielo cuando apareció con la primera perforación en su bonita cara. A ella no le había parecido “tan “ repugnante, y a Dray le encantaba que ella...bueno...que ella la usara. Aquel día cerró la puerta de su habitación con una fuerza excesiva, harta de oír los gritos de su padre.

- ...te parecerá bonito! La hija del alcalde con semejante mierda en la cara....vete a saber con quien andas....-

Poco después empezaron a desaparecer los primeros niños. En un momento dado, estaban en el parque, y al minuto siguiente, ¡zas! Habían desaparecido de sus niñeras, sobre las cuales obviamente había recaído la culpa. Ya sabes, no se puede confiar en esas extranjeras...

Todo aquel asunto había empezado a preocupar a la población de Challenge. Se movilizó a la policía para intentar encontrar a los niños.

Algún desgraciado pervertido” – pensaban algunos.
Pobre mujer...ha perdido a sus dos chicos “- pensaba la señora Ratchett mirando a su joven vecina, que lloraba desconsolada mientras estrujaba de manera compulsiva el conejo de peluche de su pequeño Tim. Se quedó mirándola un rato hasta que vio a su marido salir al jardín, ofreciéndole una pastilla a la mujer. Esta la tomó, y al cabo de unos minutos, la mujer reía, dejando tirado el conejo en el jardín.

Una semana después, el conejo seguía en el jardín, ahora cubierto de suciedad. De vez en cuando era barrido suavemente por las hojas y la suciedad ocasional que barría el patio, otrora tan limpio y cuidado. El juguete llamó la atención de Blanca, que se dirigía hacia sus clases. Bueno, eso era lo que le había dicho a su padre. La verdad es que hacía meses que no iba a la universidad.

Todo su mundo se concentraba ahora en Dray. En el momento en el que entraba por la puerta de su casa y tomaba la primera pastilla, todo quedaba olvidado y atrás. Se sentía invadida por la lujuria y desbordada por una sensación inquietante, que solo podía definir como “ vida”. Se sentía más viva que nunca.

Blanca se agachó y tomó el maltratado peluche entre sus manos, acariciándolo suavemente. Un golpe la sacó de su trance. Las contraventanas de la casa de la señora Ratchett golpeaban repetidamente contra la pared de la casa. De repente, algo vino a la cabeza de la chica. Hacía varios días que no veía a la mujer. Sentía un vago recuerdo nebuloso de haber visto a la anciana sacando la basura, pero nada más.

Pensó en picar a la puerta, pero se encogió de hombros y siguió caminando hacia la casa de Dray.

Seguramente alguno de sus hijos se la habrá llevado con él. Pobre mujer, ya era demasiado anciana para estar sola”- pensó Blanca, aunque desechó rápidamente el pensamiento. En realidad solo tenía en mente lo que le iba a hacer al cuerpo de Dray en cuanto entrara en su casa. No se dio cuenta de que en la plaza del pueblo ya no había ningún anciano tomando el sol.

Tampoco notó que ningún niño corría ya por el parque, perseguido por su niñera ocasional. De hecho, tan solo algunos adultos taciturnos pasaban por las calles. Ocasionalmente cruzaban sus miradas cuando algún extraño pasaba frente a ellos. Si esto pasaba, sus ojos conectaban por un momento con el de su convecino, como si de alguna manera se estuviese produciendo el intercambio de información corriente de cualquier mañana en Challenge.

Hola, que tal
Hola
Hace un buen día, hoy
Mucha gente por la calle, si

Si, las miradas de los adultos se cruzaban como si aquel día fuese uno más de sus vidas. Pero lo cierto es que en sus miradas no había más que vacío. Nada de buenos días. Nada de preocupación por la otra persona. Nada. Tan solo ese vacío inquietante en las miradas de ojos vidriosos.

Una veintena escasa de personas se movía inquieta en la sala de plenos. El padre de Blanca entró y se sentó en el estrado, para llevar a cabo la reunión mensual. Al pasear su mirada por la sala, notó la falta de gente.

No le dio la menor importancia al asunto.

Fijó su mirada, vacía de contenido, en el rostro de uno de los ciudadanos. Habló. Soltó su discurso, escrito previamente.

... la desaparición de personas está siendo investigada por las autoridades locales. Por esto mismo, pedimos que no se inquieten...

El mismo discurso de la semana anterior.

Bajó del estrado. Los ciudadanos ni siquiera hicieron un comentario. El único sonido que se escuchó en la sala fue el resonar de los pasos, arrastrados, de la veintena de personas saliendo de la sala.

El padre de Blanca se cruzó con esta mientras volvía a casa. Sus miradas se cruzaron. Ninguno de ellos se reconoció. El hombre continuó sus pasos hacia su casa. Blanca siguió caminando por la acera.

Blanca levantó la mirada hacia el cielo. La mañana era fría y gris. No notó el silencio de las calles. Tampoco la falta de gente por estas. Se arrebujó dentro de su chaqueta de lana, deseando haber cogido algo más abrigado. Pero simplemente no lo había pensado al salir de casa aquella mañana.

Lo único que sentía era una terrible apatía. Necesitaba otra pastilla. Por eso iba hacía casa de Dray. Su novio siempre tenía algo de Beatha en su casa.

Movió nerviosamente las llaves en su mano, mientras subía las escaleras. Abrió la puerta, y la cerró tras de si con un tremendo estruendo. Avanzó por el oscuro pasillo, yendo hacía el salón.

Cuando llegó, se quitó la chaqueta de lana, se sentó en el desvencijado sofá, y tomando el bote de encima de la mesa auxiliar, sacó dos pastillas.

Se las tomó a palo seco, notando como bajaban por su garganta. Cerró los ojos, esperando el subidón que sabía que vendría.

La casa estaba silenciosa.

Todo estaba oscuro. Blanca abrió los ojos, angustiada por un sentimiento que no conseguía comprender. Tenía un tremendo dolor de cabeza, y la sensación de no poder mover ni un solo músculo de su cuerpo.

Sentía la boca pastosa. Eso era extraño. Normalmente el Beatha no le daba esa sensación. Ahora que lo pensaba...ni siquiera sentía ese tirón atronador de vida que la droga le daba. Era más como...como...si la hubiesen sedado.

Una luz verdosa se encendió en un extremo del salón. Blanca giró sus ojos hacía dicha luz, en la cual se recortaba una silueta masculina. La figura se acercó lentamente hacia Blanca.

- ¿Dray?

- Hola nena...

- Uhm, creo que he tenido un mal viaje, no me puedo mover.

La figura masculina se agachó al lado de Blanca.


- Tranquila, ya pasará. Tu sólo tienes que dormir ahora.

- Pero esto no es normal...

- Si que lo es...simplemente...es el precio que debes pagar.

-¿El precio? ¿De que estás hablando, Dray?

- Nena, ¿acaso crees que la vida se crea de la nada?


Blanca no tuvo tiempo de contestar; notó un pinchazo en el brazo, y después, nada. El vacío y la negrura.

La sala, iluminada por fluorescentes, era fría y gris. Hileras e hileras de cuerpos se extendían, cubiertos por sábanas.

El del vagabundo del parque.
El de Tim, el pequeño vecino de la señora Ratchett.
El del padre de Tim.
El de la señora Ratchett.
El de la madre de Blanca.
El de Blanca.

Tubos salían y entraban por debajo de los blancos lienzos. Unos oscuros, los otros claros.

Los tubos claros recorrían un corto camino hasta unirse a un tubo principal, el cual salía de la sala, e iba a parar a otra de aspecto similar.

Allí el líquido claro que lo recorría era recogido con eficacia por figuras anónimas de bata blanca y cara enmascarada.

Después era hidrofilizado y prensado.
Embotellado y etiquetado.
Distribuido.
Vendido por camellos.
Comprado por individuos de mirada vidriosa, ansiosos de tener un poco más de vida...aún a costa de la vida de otros.



Laura