(...)La estancia era oscura. Las sombras parecían densas, pesadas, y cubrian cualquier detalle que pudiese decir donde se encontraba aquella habitación, en que lugar, espacio o tiempo. Tan solo un objeto rompia aquella oscuridad. Un espejo. Levitaba, ingrávido, en el fondo de la estancia. En su superficie danzaban luces de colores oscuros, atrayentes, que trazaban estelas tortuosas y enredadas, derramando una ténue luz sobre una figura que estaba sentada frente al espejo.
La chica se levantó, y dando un par de pasos, se acercó hasta el espejo, casi hasta tocarlo. Su suave respiración agitaba levemente la superfície del mismo...desvelando la extraña naturaleza del objeto. Una mano se levantó, y extendiendo un dedo, la chica tocó el espejo, conteniendo la respiración. Nada ocurrió.
Una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios, y entonces, abriendo la mano, posó la palma en el espejo.